Ahora que madrugo más que nunca para ir a trabajar, que duermo menos que antes, pero mucho mejor; ahora que doy cinco horas de clase diarias, que no explico la subordinación sustantiva en la universidad, pero los adolescentes comprenden los sintagmas y el polisíndeton, las jarchas y la homonimia; ahora que hago exámenes casi cada día y corrijo al día siguiente... Ahora vivo la vida y puedo decir que, paradójicamente, soy feliz...
lunes, 18 de mayo de 2009
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