
En los últimos cuatro años, he cambiado de residencia al menos cinco veces. He dado clase en la facultad a seis grupos diferentes de españoles y a otros tres de extranjeros. En el último curso, he dado clase a otros doce grupos de instituto. Desde que empecé a trabajar, he cambiado de compañeros de trabajo cinco veces, tres de ellas en el último curso.
Para ser un animal de costumbres, me adapto bien a los cambios, pero constato, una vez más, que detesto las despedidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario